Genuina se cierne,
entre claroscuros,
la piel matizada, llagada e ilesa
que aquellas manos laudables,
en sublime fervor de emboscada,
no se aventuraron a pigmentar
de arrebol
e hirsuto quemazón.
Como vestigio de misterio:
mitad averno, mitad cielo,
abdicó él, no sin postular,
aún con bruma por mirada
y por ardiente arteria
rima fiel ensortijada,
en la algarada de aquella
a la que impuso castidad.
Desde la fortuita y sibilina
indulgencia
de la que ya no se espera tregua
en pos del ocaso,
sin revestimiento ni exordio,
consagrándose a la cautela
inane y forzada
del no retornar de algún modo...
quedose, ella, delimitada
como trazo de pólvora que,
en dicha amnistía,
... es sacrificada.
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